En 2016 se popularizó el término por acontecimientos como el Bretix, la subida al poder de Donald Trump y, en el contexto local, la vergonzosa victoria del NO al referendo por la paz. ¿Cuál es el factor común en estos 3 acontecimientos?

La manipulación mediática que recibieron estos acontecimientos por parte de los medios tradicionales, pero también a través de las redes sociales. Manipularon la información, vendieron verdades por mentiras y convirtieron el ejercicio informativo en una estratagema política, favoreciendo los intereses de grandes poderes al servicio de su bienestar particular.

Ahora, si bien la política es protagonista de la Posverdad, no es el único actor de este fenómeno. Las aplicaciones fotográficas con filtros, los programas que arreglan defectos de voz de los cantantes, las marcas que crean necesidades y estereotipos con el propósito de vender sus productos y los grandes poderes económicos haciendo pasar verdades por mentiras, son una muestra de la legitimación, por parte de las audiencias, de estas mentiras, que convirtieron la realidad en una pantomima que crea ídolos de barro y mentiras disfrazadas de verdad en un juego de entretenimiento en el que siempre hay unos vencedores y unos incautos que les siguen el juego.